Después de todo

¿Y qué?
Si al final siempre es lo mismo.
Tu te vas,
y yo quedo al borde de un abismo,
en mi pecho oscila la agonía,
sin encontrar una salida,
pero una lágrima indica la vía.
Y sé, que ya no habrá regreso,
el tiempo pasa, y el dolor sigue ileso,
no hay remansos, el llanto es mi consuelo, desiertos enclaustrados,
en mi hondo desaliento.
Sé, que el tiempo contará mi historia,
la niña que en la montaña con las mariposas crece,
la mujer que en el desierto, entre flores se entristece.
¿Y qué?
Si ya no habrán más lágrimas,
que mojen efímeros versos,
porque los ojos,
que a su paso abrían camino, cerrados, estarán soñando, en los brazos de su más grande Amor,
la gloria del cielo, luz eterna,
del creador.

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