En mi defensa


Involuto dolor encendido,
ardiendo en lo más profundo,
callado y escondido.
En la mente llena de tristezas,
sólo una pregunta golpea con fuerzas.
El porqué se levanta en mi contra,
la mano disfrazada con guantes de seda,
pero hiriente como esquirlosa piedra.
Detrás de su amable sonrisa,
se esconde la escoria,
y la negritud que mancha  almas,
envidia que invade
como eterna tempestad sin calma.
Más Tú mi amigo, abogado que me defiendes,
tus ojos pueden mirar mi anguastia,
pueden mirar mi espíritu que a ti acude sin dudas, tu puedes leer mis pensamientos y conoces cada impulso que mueve mi corazón,
me has mirado con tu eterno amor,
sanando cada herida, me das el don del perdón, y a ti clamo:
¡Ten piedad y mira con misericordia
a quien mi vida con mal quiere arrebatar!
Sea puesta en tí, mi confianza,
y reine tu paz en mí,
sobre toda fuerza destructiva,
de tan vil y despiadada potestad.






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